Joven, alégrate durante tu juventud y encuentra la felicidad; sigue tus deseos y realiza tus ambiciones, pero no olvides que por todo esto Dios te juzgará.
Acuérdate de tu Creador en el tiempo de tu juventud, antes de que lleguen los días amargos y los años en que debas decir: "No encuentro placer en ellos."
Antes de que se oscurezca el sol, la luz, la luna y las estrellas, y de que las nubes vuelvan después de llover.
Cuando tiemblen los guardias de la casa, cuando se encorven los hombres fuertes y cesen las que muelen, por ser muy pocas,
y se queden ciegos los que miran por las ventanas, y se cierren las puertas de la calle, y se debilite el ruido del molino, y el ave deje de cantar, y cesen los cánticos,
cuando se teman las subidas y se tenga temor de caminar. Cuando el almendro esté florido, se ponga pesada la langosta y se caiga la alcaparra.
Porque el hombre se va a su morada de eternidad, y las lloronas circulan ya por las calles.
Se suelta el hilo de plata y se quiebra la lámpara de oro, y se estrella el cántaro en la fuente y se rompe la polea del pozo.
Y vuelve el polvo a la tierra, adonde antes estaba, y el espíritu retorna a Dios, porque él es quien lo dio.
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