viernes, 2 de noviembre de 2007

El soldado y el extraterrestre parte 1

Parte 1

Yo debí haber muerto en aquel entonces.

Cuando desperté era de día y me encontraba en medio de un gran desierto. No recordaba bien los detalles de cómo había llegado a aquel lugar, pero dada la precaria situación en la que me encontraba comencé a caminar.

El paso era difícil con las heridas que llevaba en mi cuerpo. No había sombra ni refugio alguno, sólo podía encontrar arena y restos de lo que había sido la batalla de la noche anterior (noche, si es que se le puede llamar así).

Fácilmente podía calcular, que con el estado de mi cuerpo y las circunstancias extremas en las que me encontraba, no duraría vivo por mucho tiempo, menos de un día según estimaba yo, aunque en esos momentos, ya no estaba seguro de cuanto era la duración de un solo día.

Mi entrenamiento de supervivencia era lo único que me mantenía con vida: “Vivir y sobrevivir hasta el último segundo”, decía el lema de la Federación.

La temperatura fue subiendo gradualmente, fácil de esperarse en un lugar como un desierto, no importaba el planeta en el que te encontraras; y mis heridas despertaban y ardían una a una sobre mi carne. Aún no me había dado cuenta, pero ya había 2 soles sobre mi cabeza, si aparecía el tercero, fallecería.

A pesar de todo, y de la pérdida de conciencia y concentración que sufría debido al dolor extremo, había algo que me molestaba. Los cuerpos, al menos el de los humanos, ya habían comenzado su proceso de descomposición, lo que significaba la presencia de bacterias y organismos microscópicos vivos, al menos desde aquel entonces, lo que a su vez, explicaba la razón de la presencia de condiciones favorables para la supervivencia humana, en otras palabras… aire. El aire olía raro, pero al menos era respirable, ya que ya no contaba con mi traje de supervivencia, el cual se había hecho pedazos con la caída.

Los “otros” no eran ya más que cascarones vacíos y chamuscados. No eran cadáveres, nunca estuvieron vivos.

Eso no me molestaba, lo que verdaderamente me molestaba eran los otros cuerpos. Había cuerpos desaparecidos. Al menos yo hubiera podido contar cientos de miles de cadáveres después de la batalla, pero ahora solo había unos cuantos, y los demás… ya no estaban.

Pero nada desaparece así por nomás, ¿cierto?

Sólo había una explicación para esto, y ésta complicaba bastante mi de por sí, ya fatal situación.

Mis sospechas se hicieron ciertas cuando encontré uno de los cuerpos intactos.

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