martes, 26 de mayo de 2009

La nave amarrada (los afectos del corazón)

San Francisco de Sales comparaba los peligros que tienen los afectos del corazón con este ejemplo:

El caso de una nave amarrada con una cadena a un poste de la orilla. Por más que el remero reme y reme la nave se queda ahí sin avanzar. Y decía: "lástima que algunas almas tan ricas en ejercicios de piedad, no pueden avanzar hacia el puerto de la perfección, porque están amarradas a la orilla por medio de un afecto sensible que les impide progresar en santidad, y por no cortar a tiempo un afecto indebido se quedaron paralizadas y no adelantaron en lo espiritual."



También, le gustaba repetir aquello que decía San Bernardo: "Alguien me dice que cultiva afectos sensibles indebidos y que sin embargo conserva la virtud de la castidad". -"Pues más le creo si me dice que hizo resucitar a un muerto"- Y contaba que un sencillo campesino a alguien que le decía que conservaba su castidad pero que mantenía relaciones muy afectuosas con personas de dudosa moralidad le respondió: "más le creería si me contara que ha visto a una vaca volando".

lunes, 25 de mayo de 2009

¡Creo que estoy enamorado!

Francisco Bernadone había estado fuera de circulación por algunos meses. Había pasado su tiempo como prisionero de guerra en un calabozo Perusiano y después, puesto en libertad por enfermedad. Ahora estaba de regreso, desfilando por las calles de Asís, una vez más, a la cabeza de un paquete de jóvenes revoltosos, en una embriagante y ruidosa fiesta.

“Francisco ha regresado”, dijo Leonardo para sí, “de nuevo el vino y las bromas fluyen gratis otra vez. El buen viejo Francisco, el alma de la fiesta. ¡Y el paga todos los gastos!”

Leonardo había estado disfrutando de las picantes canciones que la multitud estaba cantando, y le tomó un tiempo darse cuenta que Francisco no estaba. “¿Dónde está Bernadone?,” se preguntó. Volvió en sus pasos para encontrar al anfitrión perdido. Encontró a Francisco andando sin rumbo por un callejón.

“Bernadone,” gritó, “¿qué ocurre? ¿Estás enfermo?”

“No, Leonardo,” respondió Francisco. “No estoy enfermo. Estoy orando.”

“Debes de estar bromeando. ¿Orando? Eso es para las viejas. Ven. Regresemos a la fiesta.”

“Ve tú,” replicó Francisco. “Yo ya no tengo más interés en fiestas. Tengo un nuevo amor en mi vida.”

“¿Qué?,” dijo Leonardo. “¿Tienes a una amor que no conocemos? Vamos a verla, Bernadone. “¿Planeas abandonar a tus amigos por ella?”

Para entonces varios de curiosos habían seguido sus pasos y encontrado a los dos hombres hablando.

“Bernadone tiene un amor,” dijo Leonardo en tono de burla. “Y va a casarse y a dejar a sus amigos por ella. Y en la misma noche en que lo habíamos nombrado “el rey de la juventud." Miren, ha tirado su cetro al piso."

Leonardo tomó el palo decorado que era el cetro de Francisco. “Su majestad ha dejado caer su cetro,” dijo mientras se lo devolvía a Francisco.

Francisco sostuvo el palo en su mano, miró las caras de la multitud, y exclamó:

“Es verdad. Voy a casarme. Y la mujer a la que entregaré toda mi vida es tan rica, tan hermosa y tan noble ¡como ninguno de ustedes ha visto jamás!” Dicho aquello cayó de rodillas y comenzó a orar.

Los revoltosos continuaron molestando a Francisco por algún tiempo. Entonces, primero unos y luego otros, se fueron cansando de aquella escena y se retiraron.

¿De quié estaba Francisco de Asís tan profundamente enamorado? ¿Quién se había metido en la cabeza de este conquistador de Asís? Nadie más que nuestro Señor Jesucristo. Jesús había venido a su corazón y le había prometido una nueva vida llena de frutos de servicio si él abrazaba su cruz. La dama con la que Francisco se casaría era la Dama Pobreza, y la vida que seguiría sería la de una obediencia radical a Cristo.



... creo que yo también estoy enamorado.

sábado, 23 de mayo de 2009

No hay nada mejor

Que la satisfacción de un trabajo bien hecho.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Madeleine Adams

Miércoles 20 de mayo de 2009

Madeleine Adams
De los años maravilloso





La chica con la que sueña todo chico. Originalmente mi predilección se inclinaba por Winnie Cooper, y hasta la consideraba la chica ideal, pero un día cualquiera y sin advertencia, al estar viendo un capítulo al azar de la serie, me encuentro con esta hermosura que simplemente me dejó sin aliento.

Y no es sólo que tenga una cara bonita, un cuerpo escultural o un cabello sensacional, lo es todo. Es todo eso y más. Es su personalidad, es su voz, es su manera de moverse, su forma de mirar, su sonrisa perfecta. Esque dice tanto con solo estar ahí.

Mi corazón está perdido, y de alguna forma quiero encontrar una cura para esto. Quiero sacármelo de dentro para así encontrarle algún sentido. Kevin lo dijo: “Ella es inteligente, hermosa… y muy peligrosa.”

¿Quién pudiera estar a la altura de Madeleine Adams?

El verla me hace recordar tantas cosas, me hace volver al pasado. De cuando yo iba en la secundaria. Me hace recordar tantas cosas…

No es tanto la actriz, sino el personaje. Cómo quisiera que en realidad existiera Madeleine, y en realidad existe. Existe en cada generación de secundaria. Es la chica irresistible que hace suspirar a todos. Es la chica inalcanzable que está fuera de la liga de todos, y eso la hace más deseable. Es la chica con la que sueñas, con la que sueñas que al menos te dirija una sola palabra, toda tu vida depende de ello.

Oh sí, yo ya pasé por eso, y es ¡terrible! Yo ya tuve a mi propia Madeleine Adams, y su nombre era… bueno, no tiene caso escribir de eso ahora.

El punto es, ¿qué no haría por encontrar a esta tal Madeleine Adams?

Madeleine… tienes cautivo mi corazón.

Nueva historia

Desde hace un tiempo he tenido esa sensación de querer escribir algo de nuevo. Sólo que las ideas eran muy confusas y no me animaba por hacer una elección definitiva. Con esto no estoy diciendo que a partir de ahora vaya a dedicarle exclusivamente toda mi atención a esta historia, sino que esto es lo más cercano a lo que en realidad quería escribir.

Y esque buscaba una historia diferente, madura, reflexiva y profunda... con materia. Quería escribir algo que me naciera de mi interior y que aportara algo a mi vida.

Esto es lo más cercano que pude encontrar...


Aquella chica

Alan es un estudiante de Universidad que un día se quedó más tarde de lo normal en el Campus estudiando. El va en quinto semestre de su carrera y aunque no es uno de los estudiantes más sobresalientes de su generación, sí mantiene un muy buen promedio, aunque es su meta el subirlo durante este período.

El ha decidido que ya es tiempo de brillar por sí mismo y dejar de ser sólo un estudiante más, y aunque le cuesta trabajo, se esfuerza mucho por conseguirlo.

Así que él está esa noche en el Campus, después de un largo día de escuela, estudio y trabajo. Mete los libros a su mochila, se pone su chaqueta y emprende el largo regreso a casa. Los pasillos de la Universidad apenas son iluminados por alguna luz y no se ve a nadie alrededor.

Alan camina a un poco apurado, pues se le está haciendo tarde y no quiere desvelarse mucho para poder estar fresco mañana temprano para la clase. De pronto se sorprende al ver una estatua de piedra en el camino. Parece ser una joven mujer sosteniendo un pajarillo en su mano. Le parece haberla visto miles de veces antes al pasar por ahí, pero por alguna razón hoy le presta mayor atención. Quizás sea que su mente esté divagando por la hora que es o tal vez sea el haber pasado demasiado tiempo estudiando. Demasiado tiempo, aún para él.

Sigue su marcha y un poco más adelante, un poco antes de llegar al estacionamiento, le parece escuchar los pasos de alguien. Se detiene y voltea para ver si aún queda alguien en la escuela, pero no encuentra a nadie. Luego escucha el ruido de gente despidiéndose a lo lejos en el estacionamiento y el sonido de algunos autos retirándose.

Él no le da mayor importancia y sigue su camino. Mete la mano en la bolsa de su chaqueta para buscar las llaves de su auto y de nuevo le parece volver a escuchar las pisadas de alguien. Por reflejo vuelve a voltear sólo para no volver a encontrar a nadie más en el pasillo o cerca de él. Esta vez ya no queda nadie más en el Campus, por lo que se fija con mayor detenimiento. No se escucha el sonido de nada alrededor, todo está muy silencioso. Extrañado, nuevamente continúa su camino.

De nuevo escucha las pisadas, cada vez más cercas, cada vez más fuertes y cada vez más a ritmo de las suyas. Es como si alguien le estuviera jugando una broma. Un poco molesto vuelve a voltear, y cuál es su sorpresa al no encontrar nuevamente a nadie, sólo la escuela, los pasillos y los campos silenciosos de la Universidad. La noche todo lo envuelve.

Extrañado, se queda ahí parado por algunos minutos. Revisa con detenimiento cada detalle del Campus y no encuentra más que rincones vacíos y solitarios. La luz de la luna le da un toque mágico al lugar. Alan se deja envolver por esa magia y su mente comienza a divagar. Empieza a tener todo tipo de recuerdos. Recuerdos vivos que le arden en el interior de su persona.

De alguna forma vuelve en sí y unas palabras escapan de su boca: “yo puedo…”. Su mirada firme demuestra una determinación incontenible y un nuevo aire recorre todo su ser. Animado, vuelve a retomar su camino.

“¡Disculpa!”

Escucha de pronto, y cuando se da cuenta ya se encuentra en el suelo. Una mano aparece para ayudarlo, y al levantarse y ponerse de nuevo sus anteojos encuentra la causa de su tropiezo. Es una chica: la chica más hermosa que jamás haya visto en toda su vida, para ser exactos.