miércoles, 20 de mayo de 2009

Nueva historia

Desde hace un tiempo he tenido esa sensación de querer escribir algo de nuevo. Sólo que las ideas eran muy confusas y no me animaba por hacer una elección definitiva. Con esto no estoy diciendo que a partir de ahora vaya a dedicarle exclusivamente toda mi atención a esta historia, sino que esto es lo más cercano a lo que en realidad quería escribir.

Y esque buscaba una historia diferente, madura, reflexiva y profunda... con materia. Quería escribir algo que me naciera de mi interior y que aportara algo a mi vida.

Esto es lo más cercano que pude encontrar...


Aquella chica

Alan es un estudiante de Universidad que un día se quedó más tarde de lo normal en el Campus estudiando. El va en quinto semestre de su carrera y aunque no es uno de los estudiantes más sobresalientes de su generación, sí mantiene un muy buen promedio, aunque es su meta el subirlo durante este período.

El ha decidido que ya es tiempo de brillar por sí mismo y dejar de ser sólo un estudiante más, y aunque le cuesta trabajo, se esfuerza mucho por conseguirlo.

Así que él está esa noche en el Campus, después de un largo día de escuela, estudio y trabajo. Mete los libros a su mochila, se pone su chaqueta y emprende el largo regreso a casa. Los pasillos de la Universidad apenas son iluminados por alguna luz y no se ve a nadie alrededor.

Alan camina a un poco apurado, pues se le está haciendo tarde y no quiere desvelarse mucho para poder estar fresco mañana temprano para la clase. De pronto se sorprende al ver una estatua de piedra en el camino. Parece ser una joven mujer sosteniendo un pajarillo en su mano. Le parece haberla visto miles de veces antes al pasar por ahí, pero por alguna razón hoy le presta mayor atención. Quizás sea que su mente esté divagando por la hora que es o tal vez sea el haber pasado demasiado tiempo estudiando. Demasiado tiempo, aún para él.

Sigue su marcha y un poco más adelante, un poco antes de llegar al estacionamiento, le parece escuchar los pasos de alguien. Se detiene y voltea para ver si aún queda alguien en la escuela, pero no encuentra a nadie. Luego escucha el ruido de gente despidiéndose a lo lejos en el estacionamiento y el sonido de algunos autos retirándose.

Él no le da mayor importancia y sigue su camino. Mete la mano en la bolsa de su chaqueta para buscar las llaves de su auto y de nuevo le parece volver a escuchar las pisadas de alguien. Por reflejo vuelve a voltear sólo para no volver a encontrar a nadie más en el pasillo o cerca de él. Esta vez ya no queda nadie más en el Campus, por lo que se fija con mayor detenimiento. No se escucha el sonido de nada alrededor, todo está muy silencioso. Extrañado, nuevamente continúa su camino.

De nuevo escucha las pisadas, cada vez más cercas, cada vez más fuertes y cada vez más a ritmo de las suyas. Es como si alguien le estuviera jugando una broma. Un poco molesto vuelve a voltear, y cuál es su sorpresa al no encontrar nuevamente a nadie, sólo la escuela, los pasillos y los campos silenciosos de la Universidad. La noche todo lo envuelve.

Extrañado, se queda ahí parado por algunos minutos. Revisa con detenimiento cada detalle del Campus y no encuentra más que rincones vacíos y solitarios. La luz de la luna le da un toque mágico al lugar. Alan se deja envolver por esa magia y su mente comienza a divagar. Empieza a tener todo tipo de recuerdos. Recuerdos vivos que le arden en el interior de su persona.

De alguna forma vuelve en sí y unas palabras escapan de su boca: “yo puedo…”. Su mirada firme demuestra una determinación incontenible y un nuevo aire recorre todo su ser. Animado, vuelve a retomar su camino.

“¡Disculpa!”

Escucha de pronto, y cuando se da cuenta ya se encuentra en el suelo. Una mano aparece para ayudarlo, y al levantarse y ponerse de nuevo sus anteojos encuentra la causa de su tropiezo. Es una chica: la chica más hermosa que jamás haya visto en toda su vida, para ser exactos.

2 comentarios:

G dijo...

quisiera evitar el clásico "te lo dije", pero no puedo, así que...
te lo dije :)
puedes proponerte dejar de escribir, pero no puedes obligar a tu otro yo a que lo haga...
y por cierto, qué no los otros yo tienen nombres distintos al propio?
volveré de vez en cuando :)

Alan dijo...

Jajaja no me acordaba de este comentario. Hoy lo contestare. No, mis otros yo no tienen otros nombres, a menos que sean Alex, Alorian, Marcos y no se... no me parto la cabeza pensando nombres.