viernes, 21 de diciembre de 2007

El gigante de la Muerte

Entonces de pronto los cielos se oscurecieron, y una gran sombra cubrió los corazones de todos los presentes.


Jamás se había visto que algo así ocurriera, no en el día que se supone es el más largo de todo el año, no en la planicie dorada donde se supone concentra con mayor fuerza sus rayos el Sol.


Pero había algo en esa oscuridad, sombras que no eran de este mundo, y dentro de esas sombras gritos de angustia y desesperación que quemaban los oídos de todas aquellas pobres almas que eran muy débiles para resistirlo.


Y finalmente… tambores en lo profundo.


Y mientras duró aquello las espadas dejaron de chocar y los gritos de guerra se apagaron, pues los corazones se les habían inclinado hacia el miedo, como presas arrinconadas indefensas por un poderoso depredador, y nadie de los que estaban ahí podría imaginar el destino trágico que les esperaba, nadie excepto Apolo, pues es bien conocido que Apolo, además de ser Señor del Guardián del Agua, es conocido también como el caballero de la Sabiduría, habilidad inherente al Espíritu que reside en su armadura.


“Es el gigante de la muerte”, murmuró entonces él con exquisito porte.

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